jueves, 29 de septiembre de 2016

MOTIVANDOME UN POCO



Hoy es un día de esos que me encanta disponer, donde no tengo que ver ningún paciente y tengo muy pocos compromisos, con lo cual dispongo de mucho tiempo para mí misma y para mis reflexiones, para descifrar un poco el tipo de cosas que hay en mi cabeza, y encajar las piezas del puzzle. Y también para tomarme el día con calma y aprovechar el tiempo en otras cosas que me gustan más que mi trabajo. Ojalá pudiera vivir así, dedicada a mis cosas, mis proyectos, mis otras actividades… Imagino que es un deseo universal y que le pasa a todo el mundo. Pero yo estoy descubriendo por primera vez estas sensaciones, mi trabajo nunca me había saturado tanto como estos últimos meses. No se me había hecho nunca tan pesado trabajar, siempre me ha gustado la psicología, el trato con pacientes, dirigir una terapia e ir viendo su evolución. Me siento afortunada del trabajo que tengo, de haber vivido tantos años haciendo justo lo que más me gusta, y encima me ha ido muy bien. Pero últimamente, muy a mi pesar, todo está cambiando. Quisiera recuperar el entusiasmo que he tenido en otras épocas de mi vida para trabajar, la constancia, el impulso, las ideas, y sobre todo, las ganas. Y sin embargo, aquí me encuentro, desmotivada, cansada, con una sensación que tira de mí hacia abajo todo el tiempo y no me deja sacar la cabeza. No me ahoga, pero tampoco me deja respirar con normalidad.

Una de las cosas que también he estado reflexionando, es que creo que he identificado uno de los motivos por los que me encuentro tan mal últimamente: que no puedo hacer planes… Es mi naturaleza, así funciono yo, con objetivos, con planes, a través de la organización. Necesito una estructura de vida concreta, y eso me ayuda a centrarme y ser productiva. Estar a la espera de que suceda algo MUY IMPORTANTE y básico, me tiene bloqueada. El cambio de vida que supone ser madre es muy alto. Son muchas las cosas que tienen que suceder y muchas las cosas que van a tener que cambiar cuando me quede embarazada, y sobre todo después, cuando tenga a mi bebé. Pero como parece que nunca llega ese momento desde hace casi dos años, no puedo poner en marcha ninguno de los cambios, y no estaba preparada para que algo así pudiera suceder. No sé qué hacer hasta que suceda, porque no lo tenía previsto, y no sé qué se hace en estos casos. ¿Me vuelco en mi negocio o no es buen momento?, ¿inicio mis planes de adelgazamiento o es mejor esperar a que todo pase?, ¿retomo algunas de mis actividades o me espero, para no dejarlas abandonadas de nuevo enseguida?. Si yo hubiera sabido cuando todo empezó que me quedaban por delante casi dos años, quizá hubiera hecho las cosas de otra forma. Pero yo lo detuve todo a la espera de quedarme embarazada y no he sido capaz de resolver estos casi dos años de espera. No los considero perdidos, porque al menos he estado funcionando al mínimo en casi todo, pero si lo hubiera sabido, los habría aprovechado mucho más. Cosas tan tontas como la revisión ginecológica o mirarme los lunares de la piel, están paralizadas, porque siempre acabo pensando que si me quedo embarazada no va a tener mucho sentido haber hecho todo eso, y que mejor esperar hasta después. No me compro ropa porque siempre acabo pensando que ¿para qué?, si en poco tiempo tendré que estar comprándome otro tipo de ropa porque estaré embarazada. No me he comprado todavía una bici, porque no quiero que se quede parada recién comprada. No quiero coger muchos pacientes nuevos por si acaso empieza todo y necesito guardar reposo o no me encuentro bien. Pero así llevo más de un año, sin arrancar en muchas cosas “POR SI ACASO” me quedo embarazada. Así no puedo vivir. No puedo hacer planes. No tengo claro mi futuro más próximo, y por eso, entre otras cosas, me encuentro tan mal.

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