Llevo un
rato organizando ideas, sentimientos y pensamientos en mi cabeza, porque quiero
hablar de muchas cosas y no quiero enrollarme mucho, a ver si lo consigo. Entre
otras cosas porque aunque escribir acaba siendo muy catártico para mí, me lo
paso muy mal mientras lo hago, y llevo días intentando distraer mi mente para
no pensar y así poder reponer fuerzas. Pero ahora toca contar, escribir, tomar
contacto, soltar y digerir.
Los días
siguientes al último día que escribí, yo seguí haciéndome tests en casa, eso
era impepinable, hasta el mismo día de la Beta. Todos blancos. Pero sigo
defendiendo que para mí es una necesidad y parte de este mismo proceso (en mi
caso, para mí, hablo de MI propio proceso), y que de alguna manera me prepara
para poder manejarme con el impacto de tener que escuchar que no me he quedado
embarazada. Porque así fue. Me sacaron sangre a las 9:00 y a las 10:30 me
llamaron para decirme que la Beta había salido a 0, y que Juana quería verme o
ese mismo día o al día siguiente como mucho, que no dejase la medicación hasta
después de la visita con ella, porque había dicho que era importante que fuese
a la cita con toda la medicación que llevaba. Aún así, lloramos, y mucho,
porque por absurdo que parezca, yo sigo creyendo en los milagros (cada vez
menos…) y una parte de mi mente y de mi corazón guardaban un rayito pequeño de
esperanza hasta que me dijeran “no estás embarazada”. Pero vale, se acabó. Allí
se quedaban de nuevo todas mis ilusiones. Porque de verdad que esta vez iba con
menos dudas que otras veces. Hasta que me hice la prueba de embarazo en casa,
yo daba por hecho que estaba embarazada, que esa vez era la buena, que habían
arreglado mi problema principal y todo iba a salir perfecto. Con algo de miedo,
pero con más seguridad que nunca. Esto lo digo para que luego no me venga nadie
con que “la mente es muy poderosa y hay que verse embarazada para que realmente
ocurra”. Pues no. No siempre depende de lo receptiva que esté tu mente a
quedarte y verte embarazada. Y te lo digo yo, que soy psicóloga y creo en el
poder de la mente como algo súper positivo, pero CON CABEZA por favor, que no
influye de forma mágica. Y no existe eso de “si vas pensando que es un NO,
acabará siendo un NO”, como si un negativo lo provocase nuestra mente por estar
negativas. Me parece una crueldad. Cuando va a ser un NO, no importa la forma
en la que lo estés abordando psicológicamente. Va a ayudarte a ti, eso sí, eso
no lo cuestiono, y eso es algo importantísimo, pero no al embarazo como tal. He
escuchado y leído muchas culpabilidades por estas cosas y me gustaría que la
gente fuese un poquito más sensata con su responsabilidad en un negativo.
Bueno, lo dejo ya, que no quiero extenderme mucho más en esto, y no sé si hoy
estoy precisamente en mi mejor día para explicarme con claridad.
Nos
reunimos con Juana y con Sara al día siguiente. Y sobre esta reunión, he sacado
algunas conclusiones muy positivas. La primera de ellas es que por primera vez,
nos trataron con una seriedad aplastante, pero también con una empatía que
nunca antes había visto en ellas. Estaban tristes!!, lo juro, sobre todo Juana estaba
muy disgustada, y se lo notaba. Un poco después de salir de la consulta, su
hermano Juan que ese día estaba por allí nos lo confirmó, que cada negativo
para Juana era duro, que llegaba a despertarse de madrugada porque había estado
dándole vueltas a qué había podido pasar, e incluso llegaba a mandar en ese
momento mensajes al grupo de Whatsapp del Equipo para que no se le olvidase
mirar tal o cual cosa, o comprobar alguna hipótesis que le rondaba por la
cabeza. No tendrían por qué mentir en estas cosas, ni fingir. O igual eran mis
ganas de percibir apoyo, pero lo que yo sentía es que las dos se encontraban
disgustadas y un poco agobiadas con el resultado. Y la segunda conclusión que
saco y que agradezco enormemente, es que asumieron en todo momento que el fallo
lo habían tenido ellas, no dejaron cabida al azar, ni sacaron balones fuera, no
me tuve que escuchar en ningún momento la típica frase que siempre escuchamos
de “es que no sabemos qué ha podido
pasar, sólo nos queda seguir probando”. En este caso, no fue así.
Estuvieron mucho rato dándole vueltas a los posibles fallos, y a mí me
reconfortó muchísimo verlas así y poder escuchar “está claro que en algo hemos fallado y vamos a encontrarlo”.
Y ahora, a
ver si consigo darle un mínimo de sentido a lo que me explicaron, si es que
acaso llegué a entenderlo en algún momento, porque me encontraba completamente
embotada. Así que yo lo voy a explicar a mi manera y con mis palabras, pero no
garantizo que sea esto exactamente así. Me hicieron una ecografía y vieron que
el útero no tenía una buena forma, y que el Endometrio estaba deformado e
hinchado, que había crecido exageradamente, y desde luego, no les gustaba nada.
Pensaron que podía tratarse de un efecto de llevar medicación en exceso. Hasta
el día de la transferencia, mi Endometrio se había comportado de forma genial,
creciendo adecuadamente, y con una forma bonita, y por eso seguimos adelante,
pero desde la Transferencia hasta ese día había crecido exponencialmente y se
había deformado, y eso sólo podía ser como respuesta a la medicación. Dedujeron
que mi grosor de Endometrio no puede superar los 5mm el día de la
Transferencia, porque luego crece muchísimo más, y tengo un útero pequeño, con
lo cual partir de un Endometrio más grande, era un error, y daría al traste con
la implantación. Me parece algo súper paradójico, mi mente todavía se
cortocircuita un poco al pensarlo, porque me he pasado muchísimo tiempo
haciendo de todo y tomando de todo para que mi Endometrio creciera cuanto más
mejor (pastillas, parches, pinchazos, viagra…) y resulta que ahora hay que
frenar ese crecimiento porque mira cómo reacciona después. La conclusión es que
mi útero no responde bien con tanta medicación y hay que bajarla. Lo que también
me pareció entender es que esto no era sólo resultado de este último intento
(que ha sido cuando menos medicación he llevado), sino que esta forma anómala
de responder a los estrógenos y la progesterona, viene de mucho más atrás, y de
la “ingente” cantidad de hormonas que he estado tomando durante tantos otros
intentos, y que han conseguido que mi sistema hormonal vaya loco. El resultado
es más inflamación de la que correspondería tener y hay que eliminarla antes de
volver a enfrentar un nuevo intento. Por tanto, estaré tomando durante un
tiempo, un medicamento que se va a ocupar como de “secar” y desinflamar la zona,
que se llama Visannette. Después haremos un ensayo con un ciclo y muy poca
medicación y observando mi endometrio y mi útero desde el posible día de la
transferencia hasta la posible Beta días después, para ver cómo va
respondiendo. Y cuando tengamos clara la pauta, la dosis correcta para mí,
volveríamos a intentarlo, pero no antes.
Esta es la
causa que consideran más probable que haya ocurrido. Pero Juana además tenía
otra hipótesis, quizá con un poco menos de fuerza que la anterior, pero que
igual había que plantearse también en algún momento. En uno de los bordes del
Endometrio, se veía un bolita negra, muy pequeña, que significaba una dureza,
un poco de Adenomiosis justo en la zona donde antes estuvo la sinequia uterina.
Juana piensa que es posible que el embrión haya podido intentar implantar justo
ahí y por eso no ha cogido. Ella es de la opinión que cualquier mínima alteración
puede influir, y que hasta podría ser probable que justo esa zona llamase la
atención del embrión más que otras, porque no deja de ser una inflamación al
fin y al cabo, y el embrión va pululando por el útero hasta que decide pararse
en un momento dado, atraído por algo, y nadie sabe a ciencia cierta qué es lo
que hace que se pare en un sitio y no en otro. Ella cree que esto se solucionaría
poniendo dos embriones, porque si esto es así, uno intentaría implantar en esa
zona, y el otro implantaría en terreno “bueno” por fuerza. Sara le recordó que
nosotros teníamos mucho interés en ir de uno en uno, por recomendación de las
inmunólogas (que no podemos olvidar que esas otras cosas también están ahí). Y
porque en una de las primeras ecografías, la misma Juana me recomendó poner sólo
un embrión dado que mi útero era más pequeño de lo habitual. Al final,
decidimos posponer esta decisión, e ir viendo cómo se comporta mi Endometrio
con todos los cambios que íbamos a estudiar, y veríamos después qué hacíamos
con este otro tema. Me reconoció incluso que no se encontraba ese día bien de ánimo
para ser objetiva, porque estaba muy disgustada con nuestro caso. Yo también
prefiero no pensar en esto ahora e ir paso a paso.