Lo que ha pasado durante este fin de semana y el día de ayer, ni si quiera sé cómo empezar a contarlo. A lo mejor se trata de una señal divina, una intercesión de todos los Santos a los que nos estamos encomendando, obra de la Virgen, o yo qué sé. O por otro lado, algo negativo, una broma del destino, una crueldad y un castigo…
Vayamos por
partes. El fin de semana lo he pasado de reposo absoluto. Al menos eso ha
servido para que manchara menos, que era lo que yo pretendía, aunque no he
dejado de manchar ninguno de estos días. Estaba agotada y necesitaba que todo terminase de una vez y poder descansar de tanta
incertidumbre, porque siempre he dicho que es el peor estado en el que puede
encontrarse una persona. Si me decían que el bebé se había detenido, también
supondría cierta paz para nosotros, y poder dejar de vivir en un “Ay” continuo. El resto del
fin de semana ha sido largo, cansado, a ratos llorando y a ratos creyendo en
los milagros. Pero tengo que decir que no esperábamos demasiado. Yo creo que
llega un momento en el que te agotas de esperar cosas buenas, que tu optimismo
y buena voluntad y buenos deseos, ya no encuentran el modo de que los sientas
como reales, y todo te parece forzado. Porque sólo quieres descansar, sea lo
que sea lo que tenga que pasar. Y además, sin poder distraerme, se me ha hecho
eterno, en el sofá, sin apenas moverme… El Domingo me levanté con un dolor de
cabeza terrible que me acompañó todo el día, para más INRI.
Y llegó el
Lunes. La ansiada tercera beta, la que nos sacaría de toda duda y nos diría si
mi embrión era un superviviente o no había podido sacar su vida adelante. A las
8:30 nos hicieron el análisis de sangre. Nos fuimos a desayunar, a dar un paseo
por Pinedo y tomar algo al sol, para hacer que la espera de “la llamada” fuera
más soportable. Pegábamos un brinco cada vez que sonaba el teléfono, y hubo
muchas llamadas esa mañana, pero ninguna de la Clínica, hasta las 13:52… Y la
noticia fue que aunque la beta había subido un poquito (creo que me dijo que
había llegado a 42), ya había pasado demasiado tiempo para que saliera adelante
con normalidad, y que era prácticamente imposible que ese embrión sobreviviera
ya. La doctora me dijo que dejara la medicación por completo y esperara a que
me bajase la regla y se expulsara todo, que tendría que ir haciendo controles
de la beta hasta que desapareciera, y que en cuanto el médico me diera el visto
bueno, hablaríamos y retomaríamos las cosas. Como el ginecólogo de la Clínica
es el mismo que he tenido desde hace 10 años, les dijo esa misma mañana que me
pasara por la tarde por su consulta privada en Milenium, para pedirme un
análisis y una doppler, sobre todo con el objetivo de descartar un posible
embarazo ectópico, que encajaría con lo que nos está pasando, y que podría
llegar a ser peligroso. Nos pasamos un rato muy malo, porque aunque esperábamos
una noticia así, siempre es doloroso que se confirme. Cuando nos pudimos
despejar un poco, ya mandé un mensaje a nuestras familias y amigos cercanos,
contando lo que nos habían dicho.
A las 16:00
estábamos en Milenium. Pasamos a consulta y el Doctor Blanes nos hizo todos los
volantes que necesitábamos para el Miércoles, uno de sangre para ir confirmando
que la beta va bajando, y una doppler para descartar un embarazo ectópico. Yo le
comenté que pensaba que la doppler me la harían esa misma tarde, si de verdad
podía ser algo peligroso… Entonces dijo que bien, que ya que estábamos allí,
vería si me podían hacer sitio. Y resultó que sí, que nos podían atender. Para
nuestra sorpresa, en la doppler nos dijeron que se veía un saco gestacional de 2mm,
que parecía indicar que el embrión se podía estar desarrollando. El ginecólogo
se quedó un poco sorprendido por esto, llamó en seguida a nuestra doctora de
CREA, y se lo comentó, y ambos decidieron que manteníamos un poco más la medicación,
total, por dos o tres días más no pasaba nada… No entiendo nada de lo que está
pasando. Goku y yo estábamos rotos, y es difícil ir asimilando tantas idas y
venidas. Ahora puede, ahora no, ahora si, vamos a esperar, definitivamente no,
bueno, espera, que quizá sí… La cabeza nos iba a explotar. La agonía continúa. Me
da igual que sean 3 días más, esto es un infierno para cualquier pareja. Intento
ser optimista, pero me cuesta muchísimo. ¿Pero esto qué es?, ¿un rayo de
esperanza o una broma pesada del destino?. Si no tiene que ser, que pase cuanto
antes, por favor!, qué manera más dura de prolongar nuestro sufrimiento.
Así que así
me encuentro… No sé si acabar de romperme del todo o soportar esta incertidumbre
con esperanza. ¿Existen de verdad los milagros?. Parece que ayer todo se iba sucediendo
de forma vertiginosa, y que todo se inició con un “NO”, pero luego empezaban a
darse un montón de casualidades juntas, para acabar llegando a la conclusión de
que de nuevo “podía ser”, que no tiráramos la toalla todavía. Un último
cartucho.
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