Hoy hemos
tenido visita con el doctor Javier Blanes. Realmente no ha ocurrido gran cosa,
sólo me ha cogido una muestra para una citología y me ha pedido algunas pruebas
para el pre operatorio de la histeroscopia. Ni si quiera tengo fecha todavía
para la intervención, primero tengo que hacerme electro, placas y visitar al
anestesista. Y ya decidiremos después en qué momento puedo hacérmela. Es
condición básica no estar con la regla o que acabe de pasar. En mi caso, ya me
han dicho que seguramente no me va a bajar, así que no podemos depender de la
regla para poner fecha para la intervención. En cuanto estén las pruebas
programaremos todo. Se supone que es algo sencillo, aunque con anestesia total,
y por eso tendré que ingresar en el Hospital durante un día, y luego hacer
reposo un par de días más en casa. Si no tengo prevista la fecha, tampoco puedo
organizarme la agenda en condiciones, así que me toca avisar a muchos pacientes
de la posibilidad de tener que cambiar la cita, o no dar directamente citas a
partir de la semana que viene para el Miércoles, Jueves y Viernes, que es lo
que durará todo.
Ahora ya sí
que se han pasado todas las fiestas y compromisos. Los últimos han sido este
fin de semana, el cumpleaños de mi hermano el Sábado por la tarde-noche, y el
cumpleaños de mi cuñada el Domingo, que quedamos a comer en su casa toda la
familia. Veo a mis sobrinos, y a los hijos de mis amigos en estas
celebraciones, y me siento siempre súper mal. Seguro que no me lo notan, porque
pongo mucho cuidado en mostrarme bien siempre, pero por dentro les veo y me
muero de envidia. Lo peor es cuando empiezan a quejarse de los niños… Imagino
que a mí me llegará a pasar como a ellos, pero en estos momentos, me dan ganas
de gritarles que al menos ellos tienen a alguien de quien quejarse, que seguro
que no es tan horrible lo que tienen que soportar. Pero obviamente, me callo, y
sólo miro para otro lado o me concentro en mis cosas y ya está. Lo que no hago
nunca es seguirles la corriente, porque entonces sí que se me notaría.
Los días se
pasan lentos, lentos, lentos… Parece que nunca voy a estar preparada de nuevo
para empezar con todo. Llevo tatuada en la boca y en mis respuestas de Whatsapp
la frase: estoy un poquito mejor,
deseando volver a intentarlo de nuevo. Que es verdad, dicho así de paso y
de forma muy resumida, es la verdad. Pero el día a día es mucho más negativo,
mucho más duro y difícil para mí, y no siempre me encuentro un poquito mejor…
Pero luego, me pasa una cosa muy curiosa, y es que cuando estoy sola en el
despacho con mis cosas, las horas se me pasan volando, y en seguida llega el
momento en que ya están aquí los pacientes, y tengo que empezar a trabajar, una
hora entera con cada uno, luchando, sacando palabras de donde no hay, poniendo
la mejor actitud que encuentro ante sus problemas, sacando temas de
conversación las veces que vienen poco habladores y dejan bajo mi
responsabilidad el peso de la terapia, porque sólo quieren escucharme.
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