No he tenido
últimamente muchas ganas de sentarme a escribir. La primera semana del año,
tampoco he podido, entre otras cosas, porque estuve de vacaciones y no he
venido por el despacho, que es donde escribo este diario. Y esta semana, aunque
he tenido muchos momentos para hacerlo, no he encontrado fuerzas ni motivación.
Estoy
agotada. A todos los niveles posibles. Me falta esperanza, me falta ilusión, me
faltan ganas, me faltan fuerzas, y me siento cansada y casi “arrastrada” por la
vida. Sólo haría que quedarme sentada y descansar, y descansar la mente sobre
todo. Pero tengo que continuar con la vida, con las rutinas, el trabajo, la vida de los demás, la familia, los cumpleaños de la gente, las
conversaciones... Pongo buena cara en todo momento, eso siempre, pero por
dentro estoy más muerta que viva. Es curioso, pero los pocos momentos en los
que llego a encontrarme bien y tranquila es cuando estoy sola. Cuando hay
silencio a mi alrededor, cuando estoy metida en mis cosas y no tengo que fingir
ante nadie, es cuando de verdad estoy bien. Muchas veces lloro, pero estoy bien
llorando sola. Muchas veces me emociono con cosas que leo o pienso, estoy muy
sensible con todo, pero estoy bien estando sola.
El resumen de
estas últimas semanas es que han ido más o menos bien, por lo menos según lo
esperable. La nochevieja fue breve, íntima, con Goku, y nos acostamos pronto.
El Año Nuevo, en casa de mis suegros, bueno… pues soportable, sin más. La
semana que he estado de vacaciones, se me ha hecho cortísima. He estado muy
resfriada, y eso también hacía que no tuviera muchas ganas de salir de casa,
aunque yo me había programado un montón de planes, que se fastidiaron porque no
me encontraba bien para salir. Estuve un par de días cuidando de mi sobrino, y
fue una maravilla pasar mi tiempo con él, pero también muy doloroso, y se me
saltaban las lágrimas cada dos por tres (suerte que él no se daba ni cuenta). Y
lo último que hemos hecho ha sido un viaje a Cuenca con dos amigos (una amiga
del colegio de Goku y su pareja), a un pueblo que se llama Uña, donde hemos
alquilado una casita rural preciosa y hemos estado súper a gusto. Ha hecho
muchísimo frío, pero como hacía sol, se llevaba bastante bien. Nos ha servido
mucho a los dos para desconectar. Goku estaba como “ausente” muchas veces, algo
más serio de lo que suele ser él de normal, pero salvo por eso (y no era para
tanto), el fin de semana salió redondo. El Lunes estuve todo el día sola en
Bonaire, de rebajas, yendo por las tiendas y haciendo algunas compritas (cosas
simples, porque en realidad no necesito nada). Necesitaba ese tiempo de
soledad. Estuve allí unas 7 horas, pero realmente se me hizo súper corto. Y
ayer ya volví a la rutina de trabajo, a la normalidad. Llevaba todas estas
últimas semanas deseando que pasasen las fiestas y volver a la normalidad, pero
ahora que la tengo, sigo sin encontrarme cómoda. Creo que no estaría bien en
ningún sitio ni en ningún momento, así que no me queda otra que aguantar. Lo
que quiero ahora es que pase rápido el tiempo, las semanas, las pruebas, y me
vuelva a encontrar de nuevo embarazada y con mejores garantías que otras veces.
Una cosa
novedosa que hice ayer, fue contactar con un centro de medicina china. Una
amiga me pasó el contacto y me dijo que a ella se lo habían recomendado. Me da
un poco de miedo, o más que eso, de respeto, la verdad, es un terreno de la
medicina que desconozco totalmente, pero luego pienso que si es una de las
profesiones médicas más antiguas que existen y perdura todavía a lo largo del
tiempo, será por algo!. Obviamente, me lo planteo como una aportación al margen
de todo lo que ya estoy haciendo. Hablé por teléfono con la médica, que me
pareció súper amable y me hizo muchísimas preguntas sobre mi situación de
fertilidad. Parecía saber bastante de este tema, y eso me gustó. Mañana tengo
la primera sesión con ella, Goku quiere acompañarme (no sé si porque no se fía,
o porque de algún modo también necesita creer en estas cosas). Ya veremos qué
me dice, quizá me proponga hacer acupuntura o algo de ese estilo…
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