Es curioso
cómo absorbe toda mi energía, todo mi tiempo y todo mi pensamiento, el tema de
mi embarazo. Es que no me motiva nada más. Goku y mi bebé son las dos únicas
cosas que me ilusionan en la vida en este momento, las dos únicas cosas que
hacen que yo sea feliz. A Goku lo tengo al 100%, pero a mi bebé no. Yo no sabía
que el instinto maternal era tan doloroso, es como una necesidad extrema de ser
madre, sin que nada más importe en el mundo más que eso. Quiero pensar que
cuando sea madre, se me pasará esta obsesión, y podré recuperar todas mis
motivaciones naturales, todas las ilusiones y la actitud optimista y activa que
siempre he tenido, y que ahora están detenidas. Conseguir ser mamá es lo único
que ahora puede hacer que yo sea feliz, y si lo piensas francamente, eso es
algo muy triste… Porque yo creo que soy más cosas que una mamá (frustrada, pero
mamá ya soy al fin y al cabo). Es como si hubiera perdido parte de mí con todo
este proceso, como si me hubiera transformado en algo que no me gusta ser,
porque me limita cuando yo siempre he tenido miles de cosas en mi horizonte.
Como hoy sólo
tengo una paciente a las 18:00, he estado súper relajada casi toda la mañana.
Por lo menos hasta que me he metido en Facebook y ha pasado algo que me ha
hecho sentir muy mal y he tenido un pequeño bajón de mi estado de ánimo… Tengo
una amiga que es muy activa en temas de “pro-vida” y defensa de los bebés y los
embarazos, y en contra del aborto, que ha colgado una foto que me ha tenido
impactada toda la mañana y sin dejar de llorar. Se trataba de un embrión de 10
semanas. 10 semanas… Justo 10 semanas… Las mismas que tenía mi bebé cuando
murió. Y no he sido capaz de soportar esa visión, que todavía llevo clavada en
mi retina. Ella compartía esa fotografía como una forma de concienciar de que
en un feto de 10 semanas hay VIDA, que está formado y que es un ser humano.
Pero a mí me ha destrozado por dentro, y no he conseguido sobreponerme todavía
al impacto. Es que así era mi niña… Así de pequeñita. Así de bonita, y así de
formadita. Aunque desconozco cómo sería su apariencia real en el momento del
aborto, porque si no se estaba formando bien, a lo mejor no se parecería a la
de la fotografía. Pero me da igual. En mi mente, ese bebé existe en alguna
parte, y donde quiera que esté, tiene esencia, tiene alma y yo me reencontraré
con ella cuando llegue el momento, puesto que pude tenerla dentro de mí durante
10 maravillosas semanas.
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