Tengo muy
pocas ganas de ver y estar con gente. Me resulta agobiante pensar en estar
conversando con las personas, no me apetece en absoluto. Prefiero mil veces la
soledad y el silencio a mi alrededor. Menos Goku, me irrita y me molesta
prácticamente todo el mundo, se me hace pesado poner buena cara y seguir
adelante. Yo no soy así. Pero últimamente estoy cambiando mucho, o quizá es que
empiezo a ser más sincera conmigo misma. Antes no me costaba tanto adaptarme a
cualquier cosa, y hacer esfuerzos por las personas, pero ahora prefiero pensar
más en mí misma y en las cosas que necesito. Lo peor para mí sigue siendo mi
trabajo. A pesar de tener la baja que me consiguió la gestora, no consigo
rebajar tanto como me gustaría el tiempo de trabajo con pacientes (o tanto como
“necesitaría”). No es tan fácil. No he podido decir que no a algunas personas,
aunque sean casos que me sobrecargan mucho en este momento. Y tampoco he podido
decir que no a algunas terapias nuevas. Me sabe mal no atender a la gente en el
momento en que me llaman, especialmente si vienen remitidos por otros
pacientes, que suele ser la mayoría de las veces. Luego me arrepiento y pienso
que debería haberles derivado a otra persona, pero no sé por qué, cuando me
llaman ha coincidido con momentos en los que me sentía bien de ánimo y he
pensado que podría con ello, pero quizá he excedido mis limitaciones. Sigo en
mi empeño de encontrarme mejor, y lo consigo a veces, pero no siempre. A ver si
este nuevo tratamiento me va mejor y sacamos más óvulos, eso sí me animaría…
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