¡¡Ay Señor!!,
por dónde empiezo… Y es que éste último intento lo hemos estado llevando en
silencio, sin contárselo a casi nadie. Porque todo se precipitó mucho. Pero
vayamos por partes.
El plan que
me propuso Juana fue probar un ciclo de ensayo con una medicación nueva
(Provamés) y ver si mi endometrio respondía mejor a esta medicación, porque
hasta ahora, con el valerato de estradiol mi cuerpo se volvía loco, y tan
pronto reaccionaba de forma exagerada como se colapsaba y replegaba. También me
propuso estudiar en ese mismo ciclo la progesterona, porque en la anterior
transferencia había estado muy baja y podría ser otra posible causa del fallo
de implantación. Después me provocarían una regla, y dependiendo de los
resultados del ensayo, subiríamos o bajaríamos la medicación de uno u otro lado
(estrógenos o progesterona) hasta que encontráramos la dosis exacta y perfecta
para mí, nos llevara el tiempo que nos llevara, pero que no daríamos ni un paso
sin tener claro cómo respondía mi cuerpo. Pero ocurrió que en el mismo ensayo
empezó a crecer mi endometrio de forma espectacular, como nunca, en forma,
grosor, tamaño… y además ni rastro de Adenomiosis (que era otro de los efectos
del valerato de estradiol en mi cuerpo). Juana me comentó que muy pocas veces
se enamoraba ella de un útero, y que en mi caso lo veía precioso, que nos
pensáramos la posibilidad de seguir adelante para una transferencia, por dos
motivos: porque no sabía si volvería a construir un útero tan bonito, y porque
no quería sobrecargarme de tantos estrógenos ahora que empezaba a responder
bien a esta nueva medicación.
Sobra decir
que le dijimos que sí. Muertos de miedo, pero intentando confiar en su criterio
y su recomendación. No sé si Juana se adelantaría a decir algo así si no lo
viese más o menos claro. Ese mismo día también decidimos que esta vez lo
llevaríamos en secreto, y que sólo lo sabrían nuestros padres y hermanos y un
par de amigos. Se trataba de nuestro último embrión, y por una parte quería
poder ahorrarle a la gente la tensión y los nervios de estas cosas, y quería ahorrarme
a mí las explicaciones si la cosa no salía bien. Así que le dijimos a la gente
que iba a estar de baja por una intervención y seguimos adelante con el plan.
Nos quedaba
por otro lado el tema de la progesterona, que al haber decidido seguir con el ciclo,
no podíamos estudiarla. Pero Juana me tranquilizó diciendo que me iban a estar
controlando un montón. También me la quitó por vía vaginal, y desde la
preparación del endometrio estuve pinchándome Prolutex a diario y una inyección
de progesterona intramuscular cada dos días. Yo siempre he tenido la mosca
detrás de la oreja de que por vía vaginal, no me funcionan las medicaciones,
que no se absorben, y parece que tenía razón, porque en cuanto me cambiaron el
modo de administración obtuve unos valores espectaculares, por encima de lo
recomendado incluso, pero dado que iba en ciclo sustituido, era muy buena
señal.
Me hice la
transferencia el día 8 de Mayo. Tuve una betaespera absolutamente ausente de
síntomas, con su consiguiente rallada de cabeza, porque esos días siempre
piensas lo peor y todo es una amenaza, por lo que no tener síntomas para mí era
lo peor que podría estar pasándome. Fui una valiente de cojones porque aguanté
sin hacerme ningún test de embarazo hasta el día de la beta, y me costó horrores,
porque tengo un montón de ellos. Pero decidí cuidar mi mente por encima de todo
esos días, y no quería enfrentarme a esa tortura psicológica. Tuve la beta el
día 17 de Mayo, sólo 9 días después. Me hice el análisis a las 9:00 de la
mañana y hasta las 14:00 no me llamaron. No te haces una idea de la ansiedad
que pasamos en ese rato. Pero la buena noticia llegó: 148 de beta. Me dijeron
que estaba fenomenal, aunque yo luego tuve mis dudas de si no sería demasiado
baja, comparando con las betas que veía que sacaban otras chicas (dichosas
comparaciones, pero no tenemos otra forma de saber cómo pueden estar yendo las
cosas, porque este mundo es así de complejo). Me aseguraron que era una buena
beta para el día en el que me encontraba, y me dieron cita para una primera
ecografía una semana después, el 24 de Mayo.
Qué semanita más
interminable pasamos… Y por fin llegó el día. La primera ecografía, donde se
vería si había saco gestacional. Al entrar, Juana nos dijo que no nos asustáramos
si no escuchábamos latido en esa eco, que sería posible, ya que era muy pronto.
Y sin embargo, en cuanto metió el ecógrafo vaginal, se empezó a escuchar el
latido, bajito y muy despacio, pero ahí estaba. Se veía hasta el botón
vitelino. Nada de Adenomiosis (bendito Provamés…), una buena implantación y una
pinta estupenda. Aun así, Juana me mandó reposo domiciliario hasta la siguiente
ecografía, porque no quería correr ningún riesgo. Y menos mal (yo creo que es medio
bruja…), porque a los 2-3 días empezaron los manchados. Susto y Ansiedad máximos!!.
Ya estábamos avisados, en el informe que te mandan cuando consigues el positivo
con miles de recomendaciones, ya dice que el 90% de los úteros operados
sangran, que no hay que entrar en pánico y que hay que evitar ir a urgencias y
las ecografías hasta que desaparece el sangrado, por pequeño que sea. 48 horas
de cama y reposo absoluto y mucha paciencia, sobre todo mental, porque los
miedos se apoderan de ti y no te sueltan.
Siguiente
ecografía el Lunes día 3. Todo bien, creciendo como toca, el latido ya súper
potente y a la velocidad que le corresponde. Entre los miedos naturales y los
manchados, habíamos pasado otros días horribles, siempre con el “Ay” detrás de
la oreja, sin poder relajarte ni disfrutar del todo de lo que estaba pasando. Qué
duros son los embarazos Arcoiris… Juana nos explica que el manchado puede
deberse a la propia ecografía y la sensibilidad de mi útero, que sigamos con el
reposo y no nos asustemos. Siguiente
ecografía para el día 12.
Vuelta a los
manchados a los pocos días de la eco, y en esta ocasión un poquito más
abundante. Más cantidad = más susto… Pero no perdemos la calma. Hubiera sido
muy ingenua si pensara que en mi caso las cosas iban a resultar fáciles. La vida
siempre se empeña en complicarme todo y que tenga que hacer malabarismos para
no hundirme y tener confianza y fe. Pero llegó la ecografía y todo seguía bien.
Tengo que ir acostumbrándome a estar manchando cada dos por tres sin entrar en
pánico, y pensar que esa sangre es mía y no del bebé, como me repiten constantemente,
que él está perfectamente. Un útero operado (patológico) siempre va a estar más
sensible a todo, y se van rompiendo venitas y capilares, especialmente a la
entrada del útero. Pero en mi caso, el saco está perfecto, grande (Juana dice
que le he construido al bebé una piscina olímpica). Le vemos la espina dorsal,
y unas pequeñas protuberancias que son las extremidades saliendo, y un mini
corazón bombeando como un loco. Es una maravilla, es un milagro alucinante…
Juana nos dice que por su parte ya está todo hecho, que parece que va muy bien
y que ahora tiene que tomar el relevo mi ginecólogo privado, para empezar con
todas las pruebas pertinentes. Nos sigue recomendado precaución y reposo, y
tiene mucha razón cuando dice que nos ha costado mucho esfuerzo llegar hasta
aquí, y que me tengo que cuidar al máximo para no correr ni el más mínimo
riesgo. Nos despedimos de ella y de Rocío (la enfermera que ha estado con
nosotros casi todo el tiempo), y salimos de allí tan felices que no nos lo podemos
ni creer. El primer paso y el más difícil ya estaba dado!, ya tenemos nuestro embarazo.
Espero no tener que volver nunca más por allí si no es para presentarles a
nuestro hij@ oficialmente.
He leído tu historia y me das mucha esperanza. Enhorabuena por el embarazo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias!!. Este camino se hace largo y duro, pero al final siempre lleva a alguna parte, para bien o para mal. Hasta ahora vamos por el buen camino!. Un beso enorme!
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