miércoles, 27 de julio de 2016

MENOS ES MAS



Cada vez que paso por un periodo de crisis personal, necesito hacer cambios en mi entorno. Es algo que me ha pasado desde pequeña. Siempre he estado cambiando los muebles de mi habitación cuando pasaba por una mala temporada. Me hacía sentir bien, me daba otra perspectiva de las cosas, otra visión de mi mundo, y al final, psicológicamente acababa teniendo el mismo efecto. Mi padre incluso me elaboró un plano a escala de mi habitación y de todos mis muebles, para que pudiese jugar con el espacio y las posiciones, para ver cómo quedaba, sin tener que estar moviendo los muebles primero. Y ahora hago lo mismo con mi despacho, le voy añadiendo y quitando cosas, y voy moviendo los muebles de lugar. En este caso, no tengo muchas posibilidades (la mesa sólo puede encajar de dos maneras posibles en la habitación), pero para mí es suficiente. Estos días he estado moviendo de perspectiva mi despacho, y voy a comprarme una estantería nueva para mis libros.

Relacionado con todo esto, también me está pasando otra cosa, psicológicamente hablando. Me siento como en la necesidad de ponerme a ordenar todo, y además necesito hacerlo antes de quedarme embarazada, porque luego estaré mucho más cansada y con menos ganas de enfrentarme a ese trajín. Pero lo curioso para mí es que se ha convertido en una necesidad o casi diría incluso que en una obsesión. No sabría explicarlo muy bien. De repente, me molestan los espacios recargados, necesito despejar todo lo que hay a mi alrededor, y me estreso mucho cuando estoy en lugares abarrotados de cosas. Por ejemplo, en la playa, en el apartamento de mis padres, me siento ahogada casi todo el tiempo por la cantidad de trastos y de cosas que siempre hay de por medio, y el poco espacio que al final queda para vivir y moverte, y eso que el apartamento es bastante grande!. Especialmente cuando estamos todos, es cuando más agobiada estoy con todo esto. Los niños, ya se sabe, dejan todo por medio y traen consigo miles de trastos, y lo entiendo, pero para mí es un estrés tremendo en este momento. Y en realidad, me he dado cuenta, que en casi todas las casas donde voy, me pasa algo parecido. Las personas, en general tendemos a acumular y llenar casi todos los espacios. Y yo me he dado cuenta que eso me estresa, y que necesito vivir en un lugar más despejado. No es sólo que esté ordenado, porque mi casa por ejemplo, siempre lo está. Es que necesito vivir con menos cosas. Y es justo ahora cuando tengo que reorganizar mis espacios. Con este fin, me compré un libro que se llama “Menos es más”, de Francine Jay, y que describe un tipo de estilo que se llama Minimalista, que es justo lo que yo estoy sintiendo en esta etapa de mi vida. Me está viniendo genial, aunque tengo que reconocer que el libro no está muy bien escrito, y que a pesar de que pretende ser motivador, en muchos momentos es hasta irritante por el tipo de expresiones que usa la autora. Me he propuesto leer otros autores y otros libros sobre Minimalismo, pero intuyo que esa filosofía me va a encantar. Estoy cansada de acumular, de tener tantas cosas que al final prácticamente no uso y sólo ocupan sitio, y además me estresan.

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