Ya no sé si
son mis ganas de ser madre, o mi necesidad de que pase de una vez (y cuanto
antes…), o mi obsesión con este tema. Pero por alguna razón, me siento
diferente esta vez. Por primera vez en la historia de mis gráficas, estoy
teniendo unos valores bastante normales. El único “pero” esta vez, es que
parece que he ovulado en el día 11 del ciclo, cuando lo normal es hacerlo entre
el 13-16. Pero por lo demás, las temperaturas son las esperables, tengo unas
décimas de más desde el día 11 que me subió. Y estoy rezando para que se
mantengan altas y sea posible quedarme embarazada. Tuvimos relaciones justo en
el supuesto día de la ovulación, y también el día de antes y el de después. Le
pido a Dios que pueda hacer posible el milagro esta vez, que me haya bendecido
con la maternidad. Todavía es pronto para hacer un test de embarazo. Para eso
tendría que esperarme hasta el día 20 por lo menos.
Hoy me duele
tremendamente la cabeza. Y no me gusta. No quiero notar cosas extrañas, no
quiero sentir que algo puede estar yendo mal. Y mis dolores de cabeza tan
persistentes, nunca han presagiado nada bueno. Espero que no sea razón para que
empiece a bajarme la temperatura. Esta noche tengo una cena con las moras. Podría
ir, pero no voy a hacerlo, sólo voy a pasarme después de la cena un ratito, y
porque prácticamente es obligatoria la asistencia. Pero es que no me apetece
estar con ellas. No tengo ganas de enfrentarme a su “maravillosidad”, a sus
vidas perfectas y sublimes, donde siempre consiguen todo lo que quieren, donde
tienen hijos y parece que todo les va a las mil maravillas. Me gustan, no te
confundas, me caen muy, muy bien, todas ellas, y creo que son personas
increíbles, pero es que hoy no me quiero enfrentar al mundo. Y menos a “ese”
mundo.
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