viernes, 30 de octubre de 2015

NOS DERIVAN A REPRODUCCION ASISTIDA



Tristeza. Esa es la emoción que más a menudo siento estos días. Agotamiento, la siguiente. Algo de desesperanza, también. Y una mezcla entre ganas de abandonar la lucha unas veces, y no parar de buscar soluciones, otras veces. Resultado: un mar agitado de sensaciones, idas y venidas, fuerzas y debilidades.

El Miércoles recogimos los análisis hormonales que me hice el Lunes y tuvimos cita con el ginecólogo. Su cara nos lo dijo todo. Su seriedad básicamente. Y mira que es serio de normal, pero en esta ocasión tenía una seriedad diferente, más preocupante… Nos dijo que era momento de pensar en la reproducción asistida, que era prácticamente imposible con mis valores hormonales que me quedase embarazada por nuestros propios medios. Así, sin anestesia emocional. No sé cuántas veces en su vida habrá tenido que dar esta misma noticia este médico. Supongo que muchas. Pero a mí me dio la sensación de que me estuviese diciendo que bajase a comprar una barra de pan a la pastelería de abajo. Lo mismo. Ni si quiera tuve tiempo de preguntar nada. Allí me quedé esperando que de un momento a otro llegase una solución mágica, o por lo menos una respuesta más esperanzadora. Pero no, nos acompañó silenciosamente a recepción para que cogiéramos cita con la chica que lleva los temas de reproducción asistida, y que ella nos indicaría todos los pasos a seguir desde ese momento.

Y hasta aquí voy a contar hoy, porque no puedo continuar, porque se me hace muy difícil. Porque tengo que ver una paciente en 30 minutos con sus amarguras personales, como las tenemos todos, pero que dentro de media hora, para mí serán las más importantes del mundo durante el tiempo que dure su sesión. Y porque mi compañera Marta acaba de llegar al despacho y no quiero que me encuentre hecha un mar de lágrimas. Pero no creas que no me vendría bien escribir y descargar todo lo que llevo dentro acumulado de estos dos últimos días. Si tuviera un par de horas por delante, estoy 100% convencida de que es justo lo que haría. Preparar el paquete de clínex, sentarme delante del ordenador y contar todo lo que estoy viviendo y sintiendo en este momento.

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