miércoles, 25 de julio de 2018

CUANTO ME CUESTA CONFIAR...




Cuando te baje la regla, no te alarmes, porque suele ser bastante escandalosa, pero no te preocupes que es lo normal, y no te está pasando nada grave”. Eso me dijo por teléfono una de las enfermeras hace unas semanas. En el grupo de Whatsapp llaman a esta regla después de una Histeroscopia de dos formas: El Holocausto y la Matanza de Texas. Porque todas las chicas cuando la tienen, la describen como algo bastante abundante, donde se tienen que estar cambiando compresas cada muy poco tiempo porque se empapan en seguida.

A mí me tenía que haber bajado a partir del Jueves pasado, porque fue cuando acabé la caja de pastillas, y mañana (una semana después) tengo que volver a empezar otra caja. PERO NO HAY NI RASTRO DE LA REGLA. Ni síntomas ni nada de nada. Esta mañana he llamado a la Clínica para preguntar qué debía hacer, y primero me han dicho que me darían una cita para una ecografía y así ver qué está pasando con mi endometrio. Pero luego me han vuelto a llamar y me han dicho que han estado hablando con Juana y que les ha dicho que no hace falta que vaya a una ecografía, que siga adelante con la medicación y la empiece mañana como estaba previsto. Su teoría es que como no he dejado de sangrar en todos estos días, es probable que no me baje la regla ya… (¿?). Pero… ¿Y la matanza de Texas?, ¿y el Holocausto que me esperaba?. ¿De verdad voy a volver a ser la rarita de los cojones a la que no le pasan las mismas cosas que a las demás???. Porque esta vez sí que tengo personas reales con las que compararme, y a nadie le ha pasado como a mí. Me quedaría mucho más tranquila si me hiciesen la puñetera ecografía, pero Juana no lo considera necesario, y ya veremos qué nos encontramos el día 2 cuando vaya a la revisión.

Y aquí viene, como siempre, lo que más me cuesta: CONFIAR. Confiar en que no se me están dando indicaciones a la ligera, confiar en que sólo estoy exagerando las cosas y mi mente me juega malas pasadas, confiar en que todo está yendo bien. ¿Por qué me cuesta tanto trabajo confiar y respetar la profesionalidad de las personas?. No puedo decir que haya tenido tan malas experiencias al respecto, yo creo que todos los médicos que han pasado por mi vida, han sido buenos profesionales, aunque no hayan acertado siempre con el problema. No puedo pretender saber yo más que ellos o estar sintiendo todo el tiempo que me van a fallar y van a cometer algún error catastrófico e irreparable. Porque te juro que así es como yo lo vivo. En mi mente veo a una Juana cómodamente sentada en un sillón, con las piernas cruzadas de forma elegante y relajada, fumándose un cigarrillo distraídamente, y diciendo a las enfermeras que me digan que “bah!, no pasa nada!”. Y cuando me la imagino valorando otros casos, la veo rodeada de su equipo y concentrada en encontrar respuestas y soluciones… Mi mente retorcida también ha llegado a pensar que no ha decidido tomar cartas en el asunto porque le conviene que pase algo y retrasemos todo durante un tiempo y así no se estropeen sus vacaciones.

Lo que tengo claro es que así no puedo estar. Es horrible no sentir que estás en buenas manos, capaces, concienzudas, centradas. No sé por qué no logro sentirme apoyada, relajada y confiada. Estoy a la defensiva constante, y veo enemigos por todas partes. Yo no soy así. O no quiero ser así. Porque lo peor de todo es que no sé si es real y razonable lo que siento o no. La forma en la que me siento es auténtica, mis sensaciones son éstas, pero ¿de verdad son mías?, ¿o son fruto del estrés y la Ansiedad?, ¿o quizá un efecto de los cambios hormonales?. Sea como sea, todo esto me está haciendo sufrir mucho, me siento incomprendida y en muchos casos hasta “ninguneada”. Me siento como si estuviera rodando por una pendiente cuesta abajo, y me fuera a romper en mil pedazos al llegar al final. Y yo grito, y grito, y grito pidiendo ayuda, pero nadie me escucha ni hace nada por ayudarme, se limitan a mirar para otro lado. Veo a Goku tan tranquilo con esto, que hasta me da rabia, no para de decirme que todo va a ir bien, que Juana es la mejor, que sus decisiones seguro que son acertadas y que estoy dramatizando mucho las cosas. Mi madre también me ha dicho lo mismo, que tenga paciencia y confíe en ella, que ya veré como el día 2 todo son buenas noticias, porque ellos son expertos en estas cosas. Parece que soy la única que ve el peligro, y ya hasta empiezo a dudar de mí misma y de mi intuición, cuando muy pocas veces he fallado en mi vida ante mi instinto, pero debe ser que lo tengo atrofiado o lo he perdido.

Necesito apelar a mi parte más racional. Saber dejar las cosas en manos de otras personas. No puedo tener el control de todo, porque no depende de mí. Tengo que pensar que la gente sabe lo que hace y que no están jugando conmigo sólo porque yo no entiendo las decisiones que toman. Y porque tengo miedo. Me doy permiso sólo por hoy para lamentarme y sentirme nerviosa e insegura (por eso lo estoy escribiendo también aquí). Pero mañana tengo que trabajar todo esto en mi mente de forma más constructiva y tranquilizadora para mí. Voy a intentar estar bien los días que quedan hasta el Jueves que viene que vaya a la revisión. Pondré en funcionamiento todos mis recursos y el máximo de mi voluntad para lograrlo y no venirme abajo con todo esto. Pero eso será mañana…

martes, 17 de julio de 2018

333 PINCHAZOS DE HEPARINA



Por curiosidad, esta mañana he estado sumando todos los tratamientos que he estado llevando desde que empezamos, y desde el tercer aborto, también los pinchazos de heparina que han ido acompañando a cada tratamiento, porque me salieron algunas alteraciones en el análisis del Thromboincode. Y, pues como pone en el título, suman 333 pinchazos. Siempre me han gustado mucho los números “capicúa”, cuando me los voy encontrando a mi alrededor, siempre me dan buenas vibraciones, lo tengo condicionado como algo positivo. Así que por mi propia salud mental, voy a tomarme este hecho como algo positivo.

Desde luego, soy toda una experta en la aplicación de pinchazos de heparina. Aún así, no puedes evitar muchas veces que salgan unas moraduras bestiales, por muy bien que te pinches. Yo he tenido pinchazos que aparentemente han ido como la seda, sin dolor, si molestias al entrar la heparina, sin sangrado… y que luego al día siguiente han producido una moradura inmensa. Y al contrario, pinchazos donde he visto las estrellas, que me ha costado meter la aguja una barbaridad y he montado un escándalo, y luego ni si quiera han dejado marca. Así que nunca se sabe cómo va a reaccionar la sangre por dentro cuando te pinchas.

El ritual siempre es el mismo. Mientras yo preparo el algodón y el alcohol, mi marido prepara la inyección. Me siento en la taza del retrete y busco una zona de la tripa que no tenga muchas marcas recientes, generalmente unos 4 dedos desde el ombligo hacia alrededor, más hacia los lados y hacia abajo. Por encima del ombligo no suelo pincharme casi nunca, porque ahí me es muy difícil coger “mollita”.  Goku me da un besito en la tripa antes del pinchazo. Pongo la aguja en horizontal y ligeramente apoyada en la piel, cojo aire profundamente y la inserto, rápidamente, pero sin dar golpe. A veces duele muchísimo y otras ni te enteras. A veces la piel está súper blandita y la aguja entra fácilmente, y otras veces parece un muro de piedra. Algunas veces (pocas, menos mal…), es imposible clavarla y tengo que buscar otro trozo de piel, esos días son los peores, porque me llevo dos pinchazos, y el primero normalmente muy doloroso y encima no llega a entrar. Adoro los días que la aguja entra en seguida, con suavidad y sin dolor, pero no he descubierto aún cómo lograrlo todas las veces, es una lotería. En estos 333 pinchazos, todavía no he encontrado la variable que marque la diferencia entre los pinchazos que duelen y los que no.

Otra cosa que suele pasar después de algunos pinchazos es que la heparina parece que no se llega a disolver, y crea un pequeño bulto, como una canica, debajo de la piel. Esos pinchazos son moraduras casi aseguradas, porque en el momento que el bulto empieza a deshacerse, duele muchísimo, molesta incluso aunque no lo toques, y suele tardar unos 4-5 días en disolverse del todo. Con lo cual, en esos días, no puedes ni rozarte la piel, y mucho menos pinchar cerca del bulto. Hoy tengo uno de estos, en el lado izquierdo de la tripa, parece una bolita de caramelo o un quiste, y ya empieza a molestar…

Bueno, sigo. Cuando ya ha entrado la aguja, espero unos segundos y empiezo a introducir muy lentamente la heparina. Y lo mismo. Hay veces que entra con suavidad, y otras que tengo que hacer mucha fuerza. Importantísimo introducir todo el aire que hay en la aguja, me lo repitieron muchas veces. Después espero unos segundos más y la saco. Sólo me paso el algodón con alcohol si sale alguna gotita de sangre, si no, simplemente espero sentada. Goku me da un beso y me dice “ya está cariño, muy bien” y después se encarga de recogerlo todo, porque a mí me suele escocer durante algunos minutos tras la aplicación, de modo que me voy directamente a la cama y me tumbo, porque es la forma que menos me molesta el escozor.

lunes, 16 de julio de 2018

DUDAS Y DESCONFIANZAS


Resulta frustrante cuando sabes que por mucho que consultes las cosas que te inquietan, te vas a acabar encontrando con un “no te preocupes, que eso es normal”, y que por desgracia muchas veces sustituye a un “no tengo ni puñetera idea, pero no me compliques la vida ahora y ya iremos viendo qué pasa”.  Así me siento la mayor parte del tiempo. Si me encuentro más cansada de lo habitual “no te preocupes, que eso es normal”, cuando quizá signifique que me está faltando algún tipo de vitamina o nutriente esencial y habría que tomar medidas. Si sangro abundantemente “no te preocupes, que eso es normal”, cuando quizá indique que algo no está yendo bien por ahí dentro. Si paso días donde no sangro nada y de repente otros parece que me ha bajado la regla “no te preocupes, que eso es normal”, cuando quizá es que hay heridas que no se están cicatrizando bien. Tengo miedo de que me estén dando respuestas condescendientes para no tener que complicarse mucho conmigo y hacer algún esfuerzo. En otros momentos pienso que soy una exagerada y que seguro que todo está yendo bien y no debería preocuparme, y que tienen razón cuando me contestan incansablemente NO TE PREOCUPES, QUE ESO ES NORMAL. Y como no puedo pasarme la vida temiendo lo peor, al final decido confiar e intentar relajarme, porque no voy a llegar a ningún sitio, y está claro que no consigo nada preguntando tanto, y al menos no me estaré martirizando a mí misma.

Pero éstas no son mis únicas dudas. Hay otras cosas que no entiendo y que no sé si son importantes y relevantes o no. Por ejemplo, Juana y Sara me explicaron con todo lujo de detalles cómo sería la intervención y todos los pasos, la puesta del balón uterino incluida. Dijeron que era importante llevarlo para que no se pegasen las paredes de nuevo mientras cicatrizaban las heridas, y que era algo que se hacía muy a menudo. Pero cuando desperté de la anestesia y pregunté si todo había salido bien y ya estaba puesto el balón, el cirujano (Norman) puso cara de sorpresa y me dijo que no había puesto ningún balón. Le pregunté que por qué, y se salió por la tangente diciendo que es que no lo había considerado necesario… Pero mi intuición me decía que no tenía ni idea de que tenía que ponerme un balón, por cómo reaccionó. O quizá fueron imaginaciones mías, porque Goku dice que él no notó nada raro en su respuesta (aunque tampoco le tenía de frente). Me preocupa que no tuviera toda la información de Juana al respecto, porque no entiendo la razón de que a mí me dijese una cosa y luego me hiciesen otra. Y porque no es la primera vez que cosas así pasan en esta Clínica, la comunicación interna falla bastante. Por desgracia, pasa constantemente, y muchas chicas se quejan precisamente de esto. Son unos profesionales increíbles, eso nadie lo duda, pero muy mal gestionados y administrados a nivel interno.

También se quejan del trato recibido por parte de algunas enfermeras, pero a mí en concreto siempre me han tratado súper bien. Aunque tengo que decir que una de ellas, me soltó el otro día un comentario que no me acabó de encajar del todo. No me trató mal, en absoluto, ni me contestó mal, pero me descuadró un poco lo que me dijo. Y es que llamé para preguntar si tenía que pincharme heparina, porque en otras ocasiones, cuando he llevado anticonceptivas, me he estado pinchando, y ellos no me habían dado ninguna pauta ni indicación al respecto. Primero me respondió que si no me lo habían indicado, sería porque no lo necesitaba, pero que lo iba a consultar y me llamaría. Después, cuando me llamó, me dijo que sí que me la tenía que pinchar, y que eso eran cosas que ya tendría que saber yo, porque ellas no pueden estar al tanto de todos los tratamientos que llevamos. ¿¿¿¿¿¿??????. No dije nada en ese momento, pero después me arrepentí de no haberle dicho que no tiene razón, y que POR SUPUESTO que tienen que estar al tanto de todos mis tratamientos, que es SU trabajo, SU responsabilidad, y que no puede ser que no manejen toda la información de cada paciente para dar TODAS las pautas e indicaciones correspondientes. No tiene que ser una decisión mía, como mucho, se toman las decisiones conjuntamente. Creo que esa respuesta que me dio, estaba completamente fuera de lugar.

Y ya, lo último (y así lo suelto todo y no me quedo nada dentro), es que me preocupa que mi endometrio no esté respondiendo bien a la medicación, como siempre me ha pasado en los dos últimos años. A ver si consigo aclararme… Cuando le pregunté a Norman si no había riesgo de que se me pegasen las paredes al no llevar puesto el balón, me respondió que no me preocupase, que eso se trataba con medicación, y que llevaría anticonceptivas para hacer que mi endometrio creciese y así evitar que las paredes se junten, y que eso era suficiente. Pero, ¿y si no crece????. Por un lado, parece que mi endometrio no crecía porque la sinequia uterina no se lo permitía, pero ¿y si hay algo más?, ¿y si no crece también por otros motivos?. En ese caso, no serviría de nada llevar anticonceptivas, y hubiera sido mejor poner el balón para asegurarse. Pero Norman decidió no ponérmelo… Quizá la decisión de Juana de ponerme un balón era buena teniendo todo esto en cuenta, pero nadie se lo comunicó a Norman y él simplemente no lo puso y punto. Mi mayor temor es llegar el próximo día a la revisión y que me digan que la cosa no ha ido bien y que hay que volver a operar porque las paredes se han vuelto a pegar.

Hay días que todos estos pensamientos me angustian sobremanera, que no me los quito de la cabeza, y me preocupa que las cosas no se estén haciendo bien y a final la que salga perjudicada sea yo. Pero obviamente, ya está hecho, y si se ha causado algún daño, eso es algo que ahora mismo no se puede saber ni resolver. Veremos qué nos encontramos en la revisión. Ojalá tenga que reírme de todos mis miedos y todas mis angustias, y acabe concluyendo que es que las hormonas me juegan malas pasadas y ponen mi cabeza a mil y me hacen exagerarlo todo. Como decía antes, al final opto por no vivir en la amargura la mayor parte del tiempo, y confiar que todo está yendo bien. Pero qué difícil es…