Por
curiosidad, esta mañana he estado sumando todos los tratamientos que he estado
llevando desde que empezamos, y desde el tercer aborto, también los pinchazos de
heparina que han ido acompañando a cada tratamiento, porque me salieron algunas
alteraciones en el análisis del Thromboincode. Y, pues como pone en el título,
suman 333 pinchazos. Siempre me han gustado mucho los números “capicúa”, cuando
me los voy encontrando a mi alrededor, siempre me dan buenas vibraciones, lo
tengo condicionado como algo positivo. Así que por mi propia salud mental, voy
a tomarme este hecho como algo positivo.
Desde luego,
soy toda una experta en la aplicación de pinchazos de heparina. Aún así, no
puedes evitar muchas veces que salgan unas moraduras bestiales, por muy bien que
te pinches. Yo he tenido pinchazos que aparentemente han ido como la seda, sin dolor,
si molestias al entrar la heparina, sin sangrado… y que luego al día siguiente
han producido una moradura inmensa. Y al contrario, pinchazos donde he visto las
estrellas, que me ha costado meter la aguja una barbaridad y he montado un escándalo,
y luego ni si quiera han dejado marca. Así que nunca se sabe cómo va a
reaccionar la sangre por dentro cuando te pinchas.
El ritual
siempre es el mismo. Mientras yo preparo el algodón y el alcohol, mi marido
prepara la inyección. Me siento en la taza del retrete y busco una zona de la
tripa que no tenga muchas marcas recientes, generalmente unos 4 dedos desde el
ombligo hacia alrededor, más hacia los lados y hacia abajo. Por encima del
ombligo no suelo pincharme casi nunca, porque ahí me es muy difícil coger “mollita”.
Goku me da un besito en la tripa
antes del pinchazo. Pongo la aguja en horizontal y ligeramente apoyada en la
piel, cojo aire profundamente y la inserto, rápidamente, pero sin dar golpe. A veces
duele muchísimo y otras ni te enteras. A veces la piel está súper blandita y la
aguja entra fácilmente, y otras veces parece un muro de piedra. Algunas veces
(pocas, menos mal…), es imposible clavarla y tengo que buscar otro trozo de piel,
esos días son los peores, porque me llevo dos pinchazos, y el primero
normalmente muy doloroso y encima no llega a entrar. Adoro los días que la aguja
entra en seguida, con suavidad y sin dolor, pero no he descubierto aún cómo
lograrlo todas las veces, es una lotería. En estos 333 pinchazos, todavía no he
encontrado la variable que marque la diferencia entre los pinchazos que duelen
y los que no.
Otra cosa que
suele pasar después de algunos pinchazos es que la heparina parece que no se
llega a disolver, y crea un pequeño bulto, como una canica, debajo de la piel. Esos
pinchazos son moraduras casi aseguradas, porque en el momento que el bulto
empieza a deshacerse, duele muchísimo, molesta incluso aunque no lo toques, y
suele tardar unos 4-5 días en disolverse del todo. Con lo cual, en esos días,
no puedes ni rozarte la piel, y mucho menos pinchar cerca del bulto. Hoy tengo uno
de estos, en el lado izquierdo de la tripa, parece una bolita de caramelo o un
quiste, y ya empieza a molestar…
Bueno, sigo. Cuando
ya ha entrado la aguja, espero unos segundos y empiezo a introducir muy
lentamente la heparina. Y lo mismo. Hay veces que entra con suavidad, y otras
que tengo que hacer mucha fuerza. Importantísimo introducir todo el aire que
hay en la aguja, me lo repitieron muchas veces. Después espero unos segundos más
y la saco. Sólo me paso el algodón con alcohol si sale alguna gotita de sangre,
si no, simplemente espero sentada. Goku me da un beso y me dice “ya está cariño, muy bien” y después se
encarga de recogerlo todo, porque a mí me suele escocer durante algunos minutos
tras la aplicación, de modo que me voy directamente a la cama y me tumbo,
porque es la forma que menos me molesta el escozor.
Mucho ánimo!!! Todo sueño llega cuando se persigue!!!
ResponderEliminarGracias!!!. No siempre es así, pero seguro que de un modo u otro, los sufrimientos nunca son en balde. Te mando un fuerte abrazo!
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