Hasta que no
me he empezado a ver tripa de embarazada, me ha costado mucho tomar conciencia
de estarlo. Aún se resiste mi mente a pensar a largo plazo, a imaginarme con
una niña en brazos. Algo en mi cabeza, que no sé qué es (sentido común, miedo,
intuición…), me protege todo el tiempo de tener estas visiones y dejarme llevar
e idealizar esos momentos tan deseados. Voy mucho más al día, rogando
simplemente que no se detenga su desarrollo y que avancen las semanas. Veo y
siento amenazas en todas partes y ante cada pequeño signo que no entiendo o que
me descoloca. Por ejemplo, me sigue atormentando no notarla a estas alturas
(hoy estoy de 21+3 semanas), y acabo dudando si es que no tendrá algún tipo de
parálisis corporal. Tengo un flujo súper abundante y anaranjado y acabo dudando
si es que no será que estoy perdiendo líquido amniótico. Y todo el tiempo cosas
de este estilo. Me da hasta vergüenza preguntar a los médicos, porque cuando me
escucho a mí misma desde fuera, siento que sueno a paranoica.
De hecho,
casi no he escrito en este diario. Siempre pienso: vale, cuando ya esté más clara la situación y sea más seguro el
embarazo, ya me pongo a escribir y a analizar mi cabeza y todo lo que estoy
viviendo, desde la tranquilidad. Pero la sensación de seguridad en el
embarazo no aparece en ningún momento, y yo voy retrasando la escritura y el pararme
a pensar.
No pasa ni un
día en el que no tenga presente mi historia de infertilidad, no pasa ni un día sin
que recuerde de dónde vengo y todo lo que he pasado hasta llegar hasta aquí, y
pienso mucho sobre cómo me sentía hace tan solo unos pocos meses. Esas cosas no
se olvidan. Y yo todavía no consigo recordarlo sin dolor.
Leo con
cierta envidia a diferentes chicas que también han tenido su paso por la
infertilidad y que aseguran estar bien y haber aprendido mucho gracias a ella,
y envidio lo bien reconciliadas que están con el pasado que les ha tocado
vivir. Y yo aún me siento bastante alejada de este punto. No sé de qué manera
han podido llegar tan rápido a estas conclusiones y a esta paz interior con
este tema, yo no puedo. Y no me considero para nada una persona con falta de
recursos psicológicos, pero también conozco mis tiempos y la manera en la que
yo podría superar todo esto no es tan “fácil” ni tan “rápida”. Quizá mi mente
sea más compleja en este sentido. Y quizá sea esa la clave, hay que tener una
mente más simple para poder llegar antes a sentirse en paz con todo lo perdido
en el camino y poder centrarse sólo en lo ganado.
En otras
personas veo también un optimismo que me parece envidiable. La forma abierta, sensitiva
y positiva con la que están viviendo sus embarazos “Arcoiris”. A mí me cuesta
quitarme el miedo de encima. Pienso mucho estos días en Teresa Domingo, una
chica a la que sigo por Instagram y que me tiene el corazón encogido en un puño.
Después de un duro camino en Reproducción Asistida (como el que muchas
llevamos) acaba de perder a su bebé de 20 semanas de gestación en un parto
prematuro. Pienso en ella y no dejo de sentir que esa podría ser yo también en
cualquier momento. O en “Nosoyunadramama”, que perdió a su niña de 28 semanas
de gestación…
La inocencia
con la que se viven la mayoría de embarazos es algo que nunca tendremos las que
pasamos por estas cosas. Pero es que hay otro tipo de inocencia también en las
que pasamos estas cosas, que yo tuve en su momento, y que ahora ya no puede
darse. Y es cuando estás al principio de la Reproducción Asistida y te quedas
por primera vez embarazada. Yo llevaba ya 3 abortos naturales cuando empecé y
me quedé embarazada a la primera, y en ese embarazo sentía que nada podía ir
mal porque estaba todo controlado por la medicina y los médicos, con refuerzo
hormonal, heparina y mil controles. Son muchas las parejas que consiguen un
hijo con Reproducción Asistida en poco tiempo, sólo es cuestión de hacerse unos
cuantos estudios, tomar unos cuantos tratamientos, tener en cuenta una serie de
medidas, un empujoncito y ya está. Así fueron los dos embarazos de mi hermana,
por ejemplo. Esta es la parte FACIL de la Infertilidad y los tratamientos de
Reproducción Asistida, donde aún conservas parte de esa inocencia y afrontas
mejor los embarazos porque todo va sobre ruedas y lo difícil ya está pasado. Pero
a mí también se me perdió esa inocencia. A mí me tocó pasar por dos abortos más
y por tres intentos fallidos, con su consiguiente desgaste, desesperación, rotura
del alma y ruina económica. Y a la fuerza aprendes que no puedes encarar estas
cosas con inocencia y optimismo, porque NUNCA SE SABE.
Así que así
estoy viviendo yo este embarazo. Mentiría si aseguro que es así de chungo y
negativo todo el tiempo. Vale, a ratitos me permito soñar levemente. Pero algo
tira siempre de mí hacia abajo y me recuerda que con los pies en la tierra estaré
más protegida.