Tengo que
decirme tanto que “estoy embarazada”, que acaba pareciendo un mantra en mi
cabeza, porque una parte de mí todavía se niega a creerlo y disfrutarlo. Dudo mucho
que el disfrute total de este embarazo llegue en algún momento. Y es lo que
hay. No quiero castigarme a mí misma por no estar consiguiendo disfrutar al
100% del embarazo porque no es justo. ¿Qué esperaba?. Sigo yendo con el alma en
vilo a cada ecografía, sigo echándome a llorar frente a los médicos en cada
consulta que tenemos, sigo sintiendo en muchísimos momentos que algo puede
salir mal sin esperarlo, y deseando que pasen los días y las semanas rápidamente.
Ya sé que esto no es disfrutar. Habrá personas (especialmente si no han pasado
por esto), que crean que hacer estas cosas no es sano y que me estoy
perjudicando a mí misma. PERO, yo no estoy de acuerdo. Que no es algo positivo
estamos de acuerdo todos, eso no lo discuto, pero es ABSOLUTAMENTE NORMAL, y no
me perjudico a mí misma al hacerlo, sino que me ayudo a pasar por esto con mis
miedos e inseguridades, aceptándolos y admitiéndolos. Esto no quiere decir que
no luche contra este estado, ni busque ningún recurso para calmar mi mente o
buscar la racionalidad (eso sí sería perjudicarme a mí misma, y mucho!). Que
nadie venga a decirnos lo que debemos pensar o lo que debemos sentir ante la
infertilidad, ya sea dentro o fuera de este mundo.
Y dicho esto,
de algo de lo que sí que me arrepiento un poco es de no estar confiando en Ángela
y en su capacidad para luchar y sobrevivir. Ayer le decía a Goku que tenemos
que intentar mejorar en esto, porque ella no nos ha dado ninguna evidencia de
que algo puede estar yendo mal en ningún momento, lo ha hecho súper bien desde
el principio, a su alrededor todo son buenas noticias, y no puede ser que
seamos precisamente nosotros, sus padres, quienes más dudemos de que pueda
llegar a conseguirlo.
Ayer tuvimos
la Ecografía Doppler de las 18 semanas. Me había obsesionado unos días antes
con que debería de notarla ya y sentir sus movimientos aunque sólo fuera
levemente, porque además con la tripa que tengo, es lo primero que me suele
preguntar todo el mundo: ¿ya la notas?.
Y yo no sé preocuparme sólo un poquito, yo tiendo a obsesionarme con las cosas.
Así que empecé a temer que algo no fuera bien, porque creía que ya debería de
notar las dichosas burbujitas de las que todo el mundo habla, y yo no notaba
nada, aunque me concentrara mucho en mi cuerpo y mis sensaciones. El miedo con
el que yo acudí ayer a la Ecografía se parecía más al terror que otra cosa. Me veía
volviendo a casa con el alma destrozada de nuevo, me pasé casi toda la mañana
llorando y preparándome para lo peor. Pero todo está perfecto, Ángela se movía
muchísimo ayer aunque yo no note nada, lo que pasa es que el médico me explicó
que todavía no tiene tanta fuerza como para hacerse notar, que es posible no
notar nada hasta la semana 20-22 en muchos casos, que depende del tamaño del
bebé, de su fuerza, de mi útero, y de tantas variables que no es posible
determinar en qué momento se empezará a notar, que puedo estar tranquila que no
le pasa nada a mi bebé, y no hay por qué preocuparse.
Se llama Ángela
porque es un nombre que siempre nos ha gustado y además es muy significativo
para nosotros. En mi concepto de la vida y de la muerte, mis anteriores embarazos
y todos mis anteriores embriones, son angelitos, aunque sea algo contrario a la
religión católica, que defiende que los ángeles no son humanos ni lo han sido
nunca. Pero a mí siempre me ha parecido una forma muy romántica de verlo y de
tenerlos presentes en algún lugar. Y Ángela me parecía el culmen de todos
ellos, por los que tanto hemos luchado (8 angelitos). A mi alrededor no conozco
personalmente ninguna Ángela, así que también evito asociarla con nadie que
conozca. Será la primera Ángela importante de mi vida. Será lo más bonito que
voy a tener nunca…